A se enciende un cigarro y mira la hora. B está llegando tarde y eso, para A, no es bueno, sobre todo en la primera cita que se permiten después de años sin saberse el uno del otro. A piensa que B siempre fue igual, y un retraso como éste traería consigo a un amigo de sobra conocido. Pero lo cierto es que pasaron muchos años, y quizás la persona que se encuentre, por muy tarde que llegue, ya no es la misma. Ya no tienen 17 años, y si A ya no se viste como un rapero, B no tiene motivos para resistirse al paso del tiempo. O eso es lo que espera A.
No fue buena idea quedar aquí, piensa A, en el Zurich queda todo el mundo y eso no hay más que verlo. C, D, E, F y G se encienden un cigarro y miran la hora. H, I, J, K y L están llegando tarde.
La inestabilidad cuando no sabes qué te vas a encontrar y el anonimato de la experiencia cuando todos a tu alrededor están igual, llevan a A a sopesar la situación. Esperará diez minutos más, luego se irá. A tira el cigarro al suelo y mira la hora.
Un hombre taciturno se acerca y le pide fuego. A responde mecánicamente a la petición.
Y si B ya no es el que era, ¿a quién espera A? ¿Qué clase de persona es la que llegará a su encuentro? ¿Un rapero revenido en proletario? ¿Un secreto melenudo escondido tras una corbata? ¿O el típico gordo que superó la lapidación escolar cuando dió el estirón?
A mira a su alrededor. El Zurich joder!, qué idea de mierda. ¿Será él? No, no, es ese. Ese tampoco.
Qué angustioso sorteo, qué simulada prostitución, la gente se va encontrando y rompe la postura. Al final ésa quedó con su novio, éste con varios amigos, incluso el segurata del metro, que salió a hacer un piti, se encuentra con un amigo de la familia. Dos policías pasan cerca, uno le dice al otro “…la ilusión joder, que así nos quitan la ilusión”.
Suficiente, sentencia A. Un último paneo y adiós. En otra ocasión, tal vez, o nunca ¿Por qué no?.
A se saca las manos de los bolsillos, se acomoda la mochila y se pierde en la multitud caminante.
El hombre taciturno, imperturbable junto a la ausencia de A, tira su cigarro al suelo y mira la hora. Suficiente, sentencia. Se reacomoda mecánicamente la corbata, y se va.